El empobrecimiento de las mujeres asalariadas es el resultado de su concentración en los salarios más bajos, en que el 51,4% de las mujeres ganan 1,5 veces el salario mínimo interprofesional (641 euros).
Dos millones de empleadas, el 26% de las asalariadas, trabajan en empleos a tiempo parcial, pese al incremento de trabajadores masculinos en este ámbito a causa de la crisis. De media, las mujeres perciben 719 euros al mes, mientras los hombres en estos trabajos superan los 804 euros mensuales.
Con todo, desempeñar un trabajo a jornada completa no es sinónimo de percibir un mayor salario, especialmente si se es mujer en el sector como el de la hostelería donde ganan un 36,03% menos de media que el resto de trabajadoras y un 49,26 por ciento menos que sus compañeros hombres.
Tampoco tener mayor formación garantiza mejor sueldo, ya que la brecha salarial en las actividades profesionales científicas y técnicas llega a ser del 30,54%.
En cuanto a las prestaciones de desempleo, está peor retribuido y dura menos tiempo que entre los hombres: una parada percibe de media al año 1.825 euros menos que un parado en su misma situación. Al igual que en el caso de las pensiones de jubilación, las mujeres que no acceden al desempleo contributivo pasan directamente a percibir otro tipo de prestaciones que, por la escasa cuantía, sitúan a un importante número de mujeres desempleadas en situación de pobreza o de pobreza extrema si tienen personas a su cargo.
Las rentas derivadas del trabajo que se generan también son menores. Las mujeres se sitúan mayoritariamente en las cuantías más bajas de las pensiones contributivas, con una media de 440,25 euros al mes (dos mujeres por cada hombre en este tramo) y, en cuanto a las de jubilación, la media es de 849,79 euros al mes, un 32,58 por ciento menos que entre los hombres.
Más de un millón de mujeres jubiladas en la actualidad están sufriendo las consecuencias de las discriminaciones soportadas a lo largo de la vida. Los escasos recursos de estas mujeres, añadido a los altos costes de los servicios, sobre todo sanitarios y de atención domiciliaria que requieren de manera ineludible y que deben autofinanciarse, unido a la subida del IVA en todos los bienes de consumo, limita e impide que muchas mujeres puedan cubrir sus necesidades básicas.
No podemos pasar por alto un aspecto que incide de forma cualitativa en la actividad de las mujeres y su inclusión en el mercado laboral, este es el uso de tiempo y cuidado de personas dependientes, según encuestas del INE el 92,2% de las mujeres en esta situación emplea 4 horas y 45 minutos en estas tareas, mientras que el hombre emplea 2 horas y 35 minutos, estas diferencias se mantienen con independencia a la situación laboral. La mujer está más expuesta a la pobreza y la exclusión social debido a sus actividades y sus roles establecidos en la sociedad.