Se
ahoga. Tras seis años de crisis, atonía de consumo y deterioro de la economía
en los hogares, al sector de la hostelería en España se le acaba el aire... El
aire y el dinero para hacer frente a sus pagos y responder a sus préstamos. Las
tensiones financieras del gremio han llegado a tal extremo que sólo en el
último año la morosidad de la hostelería en España se ha duplicado, pasando de
un 8,2 por ciento al cierre de 2011 a un 16,7 por ciento a finales de 2012,
según datos del Banco de España.
Son
datos que revelan que esa morosidad incluso se ha triplicado entre 2010 y 2012,
al pasar de un 5,3 por ciento a un 16,1 por ciento, y quintuplicado entre 2009
(cuando ese porcentaje se situaba en el 3,76 por ciento) y el pasado año. Todas
estas cifras ponen en evidencia la pérdida de solidez financiera que ha vivido
este sector en el último lustro. Un periodo en el que además de la crisis y de
sus nocivos efectos también ha sufrido en sus propias carnes las embestidas que
provocó en sus cuentas la última ley antitabaco.
La
situación de la morosidad de la hostelería ha llegado a tal extremo que su
cantidad de créditos dudosos sólo está por debajo de los que acumulan, por
separado, los segmentos de las inmobiliarias y la construcción. Y eso no es lo
peor. Lo peor es que la falta de músculo financiero también deja su huella en
el empleo.
Caída del empleo
Aunque
en las últimas semanas, la cantidad de personal que trabaja en la hostelería ha
repuntado, por el efecto que suponen las terrazas de verano, el empleo en la
hostelería se redujo en el primer trimestre del año un 3,9 por ciento respecto
al mismo periodo del año anterior, hasta 1,2 millones de trabajadores, según
los datos de la Encuesta de Población Activa (EPA) del Instituto Nacional de
Estadística (INE).
Esto
supone 49.200 trabajadores ocupados menos que en los tres primeros meses de
hace un año. Aunque los dos subsectores de la hostelería presentaron caídas,
ésta fue más acusada en el caso del alojamiento. Y es que los hoteles contaron
con 35.400 trabajadores menos que en los tres primeros meses de 2012, lo que
supone un descenso de un 12,3 por ciento, con un total de 252.700 personas
ocupadas en ese periodo. Por su parte, los restaurantes y bares también vieron
reducido el número de ocupados, con 13.800 trabajadores menos, un 1,4 por
ciento inferior, con un total de 952.200 personas.
Más
positiva es, sin embargo, la comparación con el trimestre anterior en
restauración, ya que el empleo tuvo un ligero aumento de un 0,7 por ciento, lo
que supuso 6.200 trabajadores más que en los tres últimos meses del año. Eso
sí, no sucedió lo mismo en el alojamiento, donde se produjo una caída de un 7,8
por ciento, con un descenso de 21.500 personas ocupadas.
Y
si la morosidad aumenta y el empleo está lejos de levantar cabeza, las ventas
del sector siguen en caída libre. Los datos del Instituto Nacional de
Estadística (INE) indican que la hostelería ha comenzado este año con una caída
de sus ventas de más de un 7 por ciento respecto a enero de 2012. Un descenso
que según el INE corresponde a una caída tanto en los establecimientos de
restauración, donde se redujo la facturación un 7,1 por ciento, como en los del
alojamiento (-7,4 por ciento). Según el informe económico 2012 de la Federación
de Industrias de Alimentación y Bebidas (Fiab), el impacto de la crisis se ha
hecho especialmente visible ademas en el consumo fuera del hogar, donde el
gasto se redujo un 1,4 por ciento, hasta los 33.044 millones de euros y un 7,3
por ciento si se descuenta el efecto de la inflación.
Más impuestos
La
cuestión además es que, lejos de ver la salida del túnel, la situación de la
hostelería puede agravarse en los próximos meses. El ministro de Hacienda,
Cristóbal Montoro, quiere que el Consejo de Ministros aprueba de forma
inmediata una nueva subida de impuestos a las bebidas alcohólicas.
Inicialmente
se planteó que fuera de entre un 8 y un 10 por ciento, pero parece que
finalmente el incremento se situará en la parte alta. Las empresas de
espirituosas -bebidas alcohólicas de alta graduación- no están dispuestas, sin
embargo, a pagar el pato de este nuevo incremento de la presión fiscal.
La
idea de Montoro es que la tasa actual que pagan estas compañías pase de 8,30 a
9,13 euros por litro, pero para evitarlo la industria de las espirituosas han
pedido que se suba de forma lineal 25 céntimos a todos los sectores implicados:
pagarían ellos, pero también la cerveza y el vino.
El
objetivo final que persigue Montoro es, en cualquier caso, el mismo: necesita
ingresar otros 70 millones de euros. Actualmente, la cerveza paga una tasa de
1,99 euros por litro y el vino está exento. La industria de bebidas alcohólicas
asegura que está agotada y no puede soportar, de manera individual, toda la
carga de los impuestos especiales. "Lo que nosotros pedimos es un
incremento igualitario de 25 céntimos por litro para todo el sector, lo que
supondría recaudar otros 84 millones, el 8 por ciento más que ahora",
explican en el sector.
Montoro
está decidido también a subir los impuestos al tabaco. En este caso, el peligro
es que puede aumentar aún más el contrabando. El tráfico ilegal supone ya un 12
por ciento del total del consumo, lo que implica un fraude de 1.200 millones de
euros al año.