España
debe dejar atrás las carreteras y la construcción de edificios y destinar los
fondos europeos a combatir el desempleo juvenil, la principal anomalía de su maltrecha
economía. La Comisión Europea exige al Gobierno que cambie parte del destino de
las ayudas comunitarias para centrarse en crear empleo y modernizar las
pequeñas y medianas empresas, poco competitivas. Con este mensaje, remitido por
escrito a las autoridades españolas, Bruselas pretende iniciar una negociación
para mejorar la eficacia de los fondos que se repartirán en los próximos años.
La
falta de recursos nacionales para financiar el crecimiento otorga un papel
crucial al maná europeo previsto para el periodo 2014-2020, que las
instituciones comunitarias diseñan estos días a toda prisa. Consciente de que
todos los países tienen necesidades perentorias, la Comisión quiere garantizar
que los fondos van donde más se necesitan para fomentar la salida de la crisis.
Así que por primera vez ha decidido exigir unas líneas de actuación para el
destino de esas partidas regionales, que en España rozaron los 44.000 millones
de euros para el periodo 2007-2013 (4% del PIB, una cantidad nada despreciable
en el actual contexto de recortes presupuestarios), según los datos esbozados
en el documento enviado al Ejecutivo. Los fondos regionales aglutinan varios
capítulos, entre los que destacan las ayudas de cohesión (para que las
comunidades converjan con la media europea), las de desarrollo rural y las de
fomento del empleo.
“En España ha habido mucha inversión en
infraestructuras, muchas de ellas útiles, otras… digamos discutibles. Pero lo
que se ha hecho menos estos años es invertir en personas y pymes. Es algo que
entiende también el actual Gobierno y que debería ser la prioridad absoluta de
los próximos presupuestos europeos”, asegura a este diario Johannes Hahn,
comisario europeo de Política Regional. Hahn confía en pactar con el Ejecutivo
esas prioridades de inversión en el primer semestre de 2013.
El primer objetivo enunciado
por Bruselas es reducir el desempleo, en particular el juvenil, que sufren más
de la mitad de los menores de 25 años.
En este contexto, la Comisión considera insuficientes las políticas públicas
que promueven la ocupación, pues no incentivan la movilidad geográfica ni
reducen la brecha existente entre la formación que demanda el mercado y la que
tienen los desempleados. “Es necesario
mejorar el aprendizaje de las personas, sobre todo en formación profesional”,
concreta el comisario. Su departamento alerta también de la cantidad de
estudiantes que abandonan la escuela (26,5%) y del aumento de la población en
riesgo de pobreza o exclusión social (más de una cuarta parte).
A
la falta de empleo se une la “baja competitividad de las pymes”, que concentran
la práctica totalidad del tejido empresarial español, aunque en actividades “de
bajo valor añadido”. Bruselas echa en falta una mayor diversificación e
internacionalización de las empresas y para procurarla propone mejorar el
acceso a la financiación —muy limitado ahora por la crisis bancaria— y
asesorarlas en su expansión exterior. Tanto en el capítulo de las pymes como en
el del desempleo, los servicios de la Comisión creen que el porcentaje de
fondos dedicado a esos fines debería crecer respecto al marco actual. La única
excepción son los proyectos de transporte, que deberían ceder terreno a otros
más innovadores.
Pese
a todo, las infraestructuras han constituido un importante elemento de
modernización en la España de los últimos años, así como un foco de creación de
empleo. Las ayudas europeas han contribuido enormemente a este proceso, aunque
Bruselas considera que ha llegado el momento de centrarse en iniciativas de más
largo recorrido. “El modelo tradicional de crecimiento en España, basado en la
construcción y otras actividades de bajo valor añadido, toca a su fin”, según
el documento.
Una
de las razones de esa escasa competitividad reside en el discreto uso de las nuevas
tecnologías. El gasto en investigación y desarrollo (1,39% del PIB con datos de
2010) es inferior a la media europea, sobre todo en la participación de las
empresas. Pese a todo, tanto la formación para el empleo como la innovación
figuran entre las principales víctimas de la austeridad que define los últimos
Presupuestos Generales del Estado.