viernes, 31 de mayo de 2013

PARA SALIR DE LA CRISIS HAY QUE CAMBIAR, DESDE YA, LA POLÍTICA ECONÓMICA EN EL ÁMBITO EUROPEO Y NACIONAL


Por un pacto de Estado por el crecimiento, el empleo y la protección social


Los datos de Contabilidad Nacional, relativos al primer trimestre del año, vuelven a certificar los efectos demoledores de las políticas de recorte y ajuste, a ultranza, que defiende la Comisión Europea y que ha guiado la política económica del Gobierno español. Un Gobierno que debe pasar de las palabras a los hechos, y buscar los consensos necesarios en el ámbito nacional y europeo para exigir políticas de crecimiento y en favor del empleo. Para ello, hay que defender y aplicar planes de inversión, acelerar la lucha contra el fraude fiscal, establecer mecanismos que no mermen, sino que garanticen la protección a las personas, y medidas eficaces para que el crédito fluya a familias y empresas. En el ámbito nacional es necesario, además, corregir en profundidad los tremendos errores como la reforma laboral o la política indiscriminada de recortes y privatización, que ponen en grave riesgo nuestro Estado de bienestar y nos abocan a más pobreza y más desigualdad social.

PRINCIPALES DATOS

La recesión se profundiza: el PIB en términos anuales cae un 2%, una décima más que en el trimestre anterior. Es el peor dato desde el cuarto trimestre de 2009 (cuando caía un 3,1%).
Son seis trimestres consecutivos empeorando la evolución de la actividad, desde el tercer trimestre de 2011.

Se agudiza la caída del consumo total (pasa de -3,3% a -4%), sobre todo por el descenso del realizado por los hogares (de -3% a -3,9%), aunque también contribuye la evolución del consumo público (de -4,1% a -4,3%). Es el síntoma más evidente de una economía en depresión.

La inversión modera algo más de un punto su desplome, pero mantiene una evolución muy negativa (pasa de -10,3% a -9%).

En conjunto, la demanda nacional resta ya 4,9 puntos porcentuales al crecimiento, mientras que la externa aporta 2,9 puntos. Este balance es incompatible con la recuperación económica, que debe implicar una aportación favorable de la demanda interna. Solo con la mejora del sector exterior no saldremos de la crisis. Y menos si la positiva contribución del sector exterior se debe más a que caen las importaciones (-5,1%) que al aumento de las exportaciones (4,5%). Es decir, es sino otro signo de depresión económica.
Por el lado de la oferta, la caída de la actividad del sector servicios, el de más peso sobre el PIB, no ha tocado fondo (pasa de -1,2% a -1,3%); se modera el descenso de la construcción, aunque sigue siendo muy intenso (de -8,5% a -6,3%); y, sobre todo, en este trimestre se aprecia el derrumbe de la actividad industrial (de -2,4% a -3,9%), en lo que supone un síntoma muy preocupante de descapitalización de nuestra economía. Ni siquiera el sector primario mantiene un ritmo notable de crecimiento, que ya es solo del 0,6% anual.

El empleo modera dos décima su ritmo de caída anual, pero sigue siendo muy intenso (pasa de -4,7% a -4,5%). Esto supone una caída de 761.000 empleos en el último año. Los asalariados caen incluso más, al 5,4%, lo que supone una destrucción de 778.000 empleos por cuenta ajena. Este es el resultado en materia de empleo en el primer año de aplicación de la reforma laboral del Gobierno.

Persiste una fuerte devaluación salarial: la remuneración total de los asalariados cae a un ritmo del 6% anual y los costes laborales unitarios un 3,2%, mientras el excedente de las empresas crece al 2,6%, y los impuestos suben un 5,4%.

VALORACIÓN

Los datos de la Contabilidad Nacional Trimestral del primer trimestre del año ponen de manifiesto que no hay razones para el optimismo, que los mensajes supuestamente tranquilizadores del Gobierno son injustificados, y que solo buscan ganar tiempo, justo aquello que se le ha agotado a la ciudadanía: tiempo y capacidad de resistencia. Estamos en una situación límite, con unos niveles de desempleo desorbitados, una desigualdad económica y social impropia de un país desarrollado y una erosión de los sistemas de protección social que amenaza la pervivencia del Estado de bienestar, institución clave del modelo social europeo, y sin el cual se pone en riesgo no solo la anhelada construcción europea, sino nuestro modelo de convivencia.

Ya no hay duda del impacto negativo de las políticas restrictivas, de los ajustes, recortes y reformas regresivas sobre el crecimiento, el empleo y la calidad de vida. Cada vez son más quienes así piensan, expertos y analistas que lo dicen abiertamente. Las políticas desarrolladas desde mayo de 2010 han sido erróneas, y nos han hundido más en el pozo de la recesión. Es algo evidente en el conjunto de la zona euro, pero sobre todo visible en los países en los que se están aplicando programas de ajuste más intensos, y entre ellos España. Un error fatal que dura ya tres años.

En este contexto, la reforma laboral acometida por el gobierno en 2012 solo ha servido para acelerar la destrucción de empleo e inducir una profunda devaluación salarial, que alimenta la propia depresión económica y genera más desigualdad económica y social.

La evidencia empírica de todo ello es tristemente demoledora: tenemos más recesión, 6,2 millones de personas en situación de desempleo, 1,9 millones de hogares con todos sus miembros en paro, 3 millones de personas en situación de pobreza extrema,… Son cifras que no admiten réplica ni excusas.

Ayer mismo la OCDE hizo públicas sus nuevas previsiones, y en ellas estima que la tasa de paro en España cerrará 2013 en el 28%, que se mantendrá en ese nivel de media en 2014, y que el déficit público concluirá este año en el 6,9%, apenas una décima menos que en 2012, sin tener en cuenta las ayudas a la banca.

¿Qué más hace falta para que los responsables de la política europea y española rectifiquen sus recetas y medidas?

Es cierto que se ha suavizado el discurso de la austeridad a ultranza, y que las recientes noticias que refieren el acuerdo entre Alemania, Francia, Italia y España para poner en marcha de una vez medidas para combatir el paro juvenil que ya estaban aprobadas en su mayoría, pero que estaban paralizadas hasta el momento, suponen un paso en el buen camino. Al igual que la relajación de los criterios exigidos a España en materia de déficit para 2013 por parte de la Comisión. Bienvenidos sean estos avances. Pero resultan muy insuficientes. Se precisa un cambio mucho mayor en las políticas también a nivel nacional.

Hasta ahora, los gestos y declaraciones que realizan algunos responsables de la Comisión, el FMI o el propio Gobierno español, requiriendo poner el acento más en la reactivación, se compadecen mal con sus paralelas peticiones para aplicar nuevos recortes o acelerar los que ya se han aplicado, y que tan perniciosos efectos están teniendo. Parecen responder más a una escenificación ensayada que al convencimiento de la necesidad de cambio.

Porque lo cierto es que no se ponen en marcha planes de inversión con financiación europea para dinamizar la actividad, no se acelera la lucha contra el fraude fiscal y contra la evasión vía paraísos fiscales y no se establecen mecanismos para que el crédito fluya de una vez a las pymes. Pero, sin embargo, se insiste en reformar el sistema de pensiones para rebajar las cuantías percibidas, se recetan nuevas subidas del IVA, se recrudecen las invectivas para reformar por enésima vez el mercado laboral y recortar más derechos y se apremia para reducir el empleo de las administraciones públicas.

 UGT  ha entregado al Presidente del Gobierno el pasado día 16 de mayo un documento con propuestas para promover un gran consenso social y político, con medidas para superar de manera más rápida y equilibrada la situación de crisis actual, y recuperar cuanto antes niveles aceptables de empleo y protección social. Es lo que venimos haciendo desde el inicio de la crisis: ofrecer propuestas realistas, que compatibilizan el necesario saneamiento de las cuentas públicas con el impulso a la actividad y al empleo, y el mantenimiento de nuestro sistema de protección social y de servicios públicos básicos.

Nuestra propuesta pasa por llevar a cabo actuaciones tanto en el ámbito europeo como nacional. En el primer caso, financiando grandes inversiones impulsoras de la reactivación, intensificando la lucha contra el fraude fiscal, actuando para reducir los costes de financiación de todos los países y reforzando la dimensión social de Europa, entre otras cuestiones. En el segundo nivel, el nacional, promoviendo un gran acuerdo por el empleo y la cohesión social de 2013 a 2016, con medidas para recuperar el crédito de empresas y hogares, elevar los ingresos públicos, garantizar una mayor eficiencia del gasto público, implementar planes selectivos de inversión, reforzar la negociación colectiva, moderar los precios de los productos básicos, potenciar las políticas activas de empleo, reforzar los mecanismos de protección social y preservar nuestro sistema público de pensiones.

Corresponde ahora al Gobierno dar los pasos necesarios para traducir en hechos y medidas reales su expresada voluntad de poner en el centro de las políticas la reactivación y el empleo. Es lo que está esperando la sociedad española.