La devaluación salarial ha sido muy importante
desde 2010 –así lo confirman todas las estadísticas de salarios, según un
análisis realizado por UGT-, y va en consonancia con la degradación de las
condiciones laborales impuestas por la reforma de ese mismo año y especialmente
la de 2012. Esta situación, que se ceba en los trabajadores y trabajadoras con
peores condiciones laborales (temporales y a tiempo parcial), está lastrando la
reactivación económica y empeorando la calidad de vida de las familias. Es
imprescindible derogar estas reformas y poner en marcha con carácter urgente
otra política: cambiar la austeridad por crecimiento, los recortes por
inversión productiva, y la precariedad laboral por la generación de empleo de
calidad.
La precariedad laboral en España se está extendiendo, lo
que junto a los recortes aplicados desde 2010, está generando un país cada vez
más desigual. La austeridad se ha cebado con quienes se encuentran en peores
condiciones laborales y económicas; pero es que, además, este sector de la
población más desfavorecido se está ensanchando. Hoy España es un país más
pobre y desigual que hace seis años, y los trabajadores y trabajadoras tienen
menos garantías y derechos, por las reformas laborales de 2010 y, sobre todo,
de 2012, que ha supuesto una ruptura con el modelo laboral consensuado desde los
años ochenta del pasado siglo de muy negativas consecuencias. La devaluación
salarial, el gran efecto de esas reformas, es indiscutible, y ha empobrecido a
los asalariados de nuestro país, lastrando la reactivación y empeorando la
calidad de vida de las familias.
Los datos de la Encuesta Cuatrienal de
Estructura Salarial publicada ayer por el INE, junto al análisis de la serie de
las Encuestas de Estructura Salarial anuales (que son coherentes con la
anterior) corroboran estas conclusiones.
Los datos de 2014 muestran que la vuelta al
crecimiento del PIB en ese año tuvo un impacto positivo sobre algunos
indicadores, pero confirman a su vez que ese crecimiento por sí solo no será
capaz de reducir las desigualdades y los niveles de pobreza de manera nítida, y
que se necesitan medidas específicas para lograrlo, en dos
ámbitos: mejorar la regulación del mercado laboral para reducir la
precariedad y promover empleo de calidad y extender y mejorar las redes de
protección social, muy dañadas por las políticas del gobierno del PP
en la pasada legislatura. Sin ello, las desigualdades se enquistarán en nuestro
país.
España es uno de los países más desiguales de
toda la Unión Europea
El índice de Gini (un indicador que ofrece un
valor igual a 0 en el caso de una sociedad con una distribución de la renta
totalmente igualitaria y 100 si la desigualdad es máxima) volvió a crecer en
2014 a pesar del crecimiento económico, y se situó en 34,7. Son 2,5 puntos más
que en 2008, y sitúa a España como el sexto país más desigual de toda
la UE, tras Estonia, Letonia, Bulgaria, Lituania y Chipre.
Indice de Gini en la Unión Europea
Fuente: Eurostat
La devaluación salarial impulsada desde 2010 se
refleja bien en los datos. Desde entonces y hasta 2014, el salario medio
estimado por la Encuesta solo aumentó un 0,3%, lo que supone una práctica
congelación de los sueldos en término nominales, que una vez descontado el
aumento de los precios en ese período se traduce en una pérdida de poder
de compra de 6,2 puntos porcentuales.
Situación más negativa en contratos temporales
o a tiempo parcial
Esta evolución ha sido especialmente negativa
en el caso de los trabajadores en peores condiciones laborales, con contratos
temporales o a jornada parcial. Los salarios de los primeros cayeron
desde 2010 un 6,1%, lo que significa un 12,2% de pérdida de poder adquisitivo.
Por su parte, el salario de los trabajadores a jornada parcial se redujo un
5,6% nominal, un 11,7% en términos reales. El salario medio de los trabajadores
con contrato temporal es un 36,6% al de un trabajador con contrato indefinido,
y el de un trabajador con contrato a tiempo parcial un 63,7% menor que el que
tiene quien trabaja a jornada completa. Estas diferencias crecen
continuamente desde 2008.
En cuanto a la distribución salarial, el
porcentaje de trabajadores con salarios inferiores al SMI bajó tres
décimas en 2014 respecto de 2013, pero aún se encuentra 4,1 puntos por
encima del existente en 2008 (13% frente a 8,9%). Si se amplía el
intervalo hasta quienes cobran hasta dos veces el SMI, el porcentaje de
trabajadores se eleva hasta el 45,1%, 1,8 puntos más que en 2008. Esto supone
que casi la mitad de los asalariados y asalariadas de nuestro país
tienen retribuciones que no superan los 18.300 euros brutos al año, unos
1.300 euros brutos al mes (suponiendo catorce pagas al año), que una vez
descontadas las retenciones del IRPF y las cotizaciones a la seguridad social,
quedan en poco menos de 1.100 euros mensuales netos. Esta
es la triste realidad salarial de nuestro país tras seis años de injustas
políticas de ajuste y recortes. Medio país es casi
mileurista, como resultado de una situación de subempleo
generalizada (seis de cada diez trabajadores a tiempo parcial quiere
trabajar a tiempo completo y no puede) y de unos salarios en continuo
repliegue.
El salario medio se ha reducido de 2010 a 2014
de manera generalizada con independencia de la antigüedad del trabajador en su
puesto de trabajo, con excepción del caso (cada vez más excepcional) de quienes
llevan más de treinta años en su puesto de trabajo, que ha aumentado (un 1,1%).
La reducción porcentual ha sido mayo para quienes llevan menos tiempo en el
puesto de trabajo, puesto que en términos generales son también quienes poseen
contratos más precarios, temporales o a tiempo parcial involuntario.
Variación de la ganancia media anual por
trabajador de 2010 a 2014,
por antigüedad en el puesto de trabajo. En euros y en porcentaje de variación
por antigüedad en el puesto de trabajo. En euros y en porcentaje de variación
Fuente: Encuesta Cuatrianual de Estructura
Salarial (Avance 2014) y Encuestas Anuales de Estructura Salarial (2008 a
2013). INE
En definitiva, todas las estadísticas de
salarios muestran que la devaluación salarial ha sido muy importante desde
2010, y que va unida al proceso de degradación de las condiciones laborales que
han impuesto las reformas laborales de 2010 y, sobre todo, 2012. Por eso, es
imprescindible derogar dichas reformas y modificar la política económica
practicada en España y en Europa, cambiando la austeridad por crecimiento, los
recortes por inversión productiva, y la precariedad laboral por la generación
de empleo de calidad. Se necesita otra política económica con urgencia.