viernes, 22 de abril de 2016

UGT denuncia ante los grupos parlamentarios del Congreso la indignidad laboral de las camareras de piso

En la tarde de ayer, una delegación integrada por distintos responsables del sector de hostelería-turismo de UGT, encabezados por el secretario general de SMC-UGT, Miguel Ángel Cilleros –junto a otras organizaciones sindicales y asociaciones profesionales–, se han reunido con la totalidad de grupos parlamentarios en el Congreso de los Diputados con el fin de exponerles la situación de las camareras de piso (las trabajadoras que limpian y acondicionan las habitaciones de los hoteles), un colectivo que está siendo machacado por la involución en derechos laborales que esta crisis económica y la reforma laboral del Partido Popular han traído a los trabajadores de este país.
El sector turístico español pretende –y así se le está vendiendo a la opinión pública– reconvertirse a los nuevos modos y maneras de una economía que exige más talento, innovación, calidad y cualificación (no sólo entre sus trabajadores sino, también, entre sus empresarios). Así lo ha manifestado el secretario general de SMC-UGT, al afirmar que “no puede seguir apostándose por un turismo low cost que sólo trae precariedad al sector y a las condiciones laborales de sus trabajadores”.
Si en la actualidad se quiere vestir a este sector –y otros vinculados como el de la hostelería– con los ropajes de la modernidad, deben abandonarse hábitos pretéritos que son incompatibles con una sociedad avanzada en la que el desarrollo económico viene por la aportación conjunta y equilibrada de capital y trabajo.
En el caso de las camareras de piso, no está siendo así. Hablamos de un colectivo que suma 100.000 mujeres que se revelan como potencial indiscutible del sector turístico de este país y desempeñan su tarea profesional por sueldos que se sitúan hasta en un -40% por debajo de lo fijado en convenio (pasando de 1.200 a 600 euros debido a la externalización del servicio por parte de las empresas hoteleras), con jornadas maratonianas, contratos precarios, un volumen de trabajo sobredimensionado y un desgaste físico y psicológico que no está ni reconocido ni recompensado, como ha expresado la delegada de UGT, María del Carmen Casí, camarera de piso, al reconocer que “soportamos la jornada laboral a base de ibuprofeno y café”.
UGT ha llevado a cabo una campaña informativa y de denuncia en la que se enmarca la reunión de hoy con los diputados del Congreso. Esta campaña pretende cambiar la realidad de estas trabajadoras y dignificar un oficio esencial para la calidad del servicio en la industria hotelera. Pero de poco servirá si no cambia la mentalidad de una parte del empresariado de este sector y no se equilibran las relaciones laborales.
Ya se han conseguido algunos resultados –como la nulidad de la mayoría de convenios de las empresas multiservicios– pero debemos ser ambiciosos, aspirando a situar a estas profesionales en el estatus que les corresponde, que no es otro que el de la dignidad, los derechos y la equidad en el reparto justo de la riqueza colectivamente producida en un sector estratégico para este país.
Es intolerable que mientras se incrementa el beneficio del sector hotelero, se reduzcan las condiciones económicas y laborales de estas trabajadoras. Ellas son –al igual que otros colectivos profesionales– una pieza fundamental en el complejo engranaje que tracciona la actividad productiva en este sector.